…Y específico. Es lamentable que muchos críticos y cinéfilos se hayan ido por la tangente de concentrar sus comentarios de esta película en preguntarse si todo era mentira o no. ¿Qué carajo importa?
Joaquin Phoenix debió ser nominado para un Oscar (junto con Ryan Gosling por Blue Valentine, pero…eso son otros veinte pesos). Reto a que me consigan un actor que haya arriesgado tanto por un personaje.
Si, un personaje. Todo es un “hoax”…acéptenlo, crezcan, y vean este documental como lo que es: una verdadera exploración de la cultura de las celebridades en la que vivimos y un “performance” que revela la fragilidad (y lo simple que es la manipulación) de los medios.
Todo empieza con una declaración de Phoenix en una entrevista en la alfombra roja: “Quiero anunciar que esto va a ser lo último que hago como actor, porque me retiro…”. Esa misma noche estaba en todos los noticiarios.
Poco después, el actor anuncia que va a comenzar una carrera en la música (hip-hop para acabar de joder) y esa misma noche, ¿adivinen qué? También aparece en todos los noticiarios. Así de fácil.
Lo más increíble es ver la poca dedicación y la falta de seriedad que le pone Phoenix a lo que hace, su altanería y sus cabronerías para con las personas que lo rodean. Es una celebridad con C mayúscula y el mundo le ríe las gracias.
Basta con ver su presentación, como rapero, en una discoteca de Miami para entender el compromiso de este actor para con el proyecto. Phoenix llega a la discoteca a cantar varias canciones de su disco, y luego de terminar la primera, escucha a alguien que lo insulta desde el público. El se lanza desde la tarima y el “bembé” que se forma es delicioso y digno de una celebridad que se descoce. A eso lo siguen vómitos, abucheos y por supuesto, cientos de celulares grabando el espectáculo. Y Joaquín nunca rompe personaje, porque nadie sabe que es un personaje. Y todos los presentes disfrutan su caída, literal y metafórica. Perfecto.
Lo que está pasando con Charlie Sheen hace de este un documental relevante, pues arroja luz sobre un “issue” mucho más importante que la adulación al “celebrity”. Aquí se le da protagonismo al “backlash” y al rencor que le tenemos escondido a los famosos…los queremos ver fallar. En el presente no hay nada más sensacional que ver a un famoso derrumbarse ante las presiones que trae consigo la fama, perder la chabeta, volverse loco frente a las cámaras y cometer “career suicide”.
Buscar las historias más resaltadas mundialmente en los últimos 5 años es encontrar a Britney Spears rapándose la cabeza (y siendo llevada al hospital en ambulancia), a Lindsay Lohan convirtiéndose en adicta y “pilla”, y a Charlie Sheen fumando crack, conviviendo con dos putas y transmitiendo por internet sus episodios mánicos. Es común ver estás noticias desplazando mensajes de Obama en las primeras planas.
Es triste ver como las revistas, los “sites” de internet, E! y los segmentos de farándula se hacen de millones de dólares a cuesta de la desgracia de estas celebridades. (Un claro reflejo de que a nosotros nos gusta esa desgracia, que la consumimos con pasión.)
Y I’m Still Here es precisamente una presentación e investigación de esta cultura, de la mano de dos actores (no olvidemos a Casey Affleck detrás de la cámara) que con intención manipularon el sistema, a su vez mostrando lo que sucede con el ser humano detrás de la historia.
Porque esto no se debe perder de perspectiva. Charlie Sheen es un ser humano. Lindsay Lohan es una mujer de carne y hueso. Britney también.
Igual que se han celebrado documentales como Salesman, Gimme Shelter y Bowling for Columbine dado a lo representativos que son de momentos en nuestra historia; da pena que se le haya restado valor a I’m Still Here debatiendo estupideces sobre su ficción o realidad. Este documental merece ser visto y Joaquin Phoenix merece ser reconocido (igual que lo fue Sasha Baron Cohen por Borat) por ser un genio “performero”.
Uno de los problemas o “issues” que enfrenta la sociedad del 2011 es la cultura del “celebrity”. Y yo no he visto cine documental que lidie con el asunto como lo hizo I’m Still Here.
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