La película comienza con una escena de sexo imperfecto. La mujer le dice al hombre que va muy rápido, que están fuera de ritmo y así conocemos a nuestra protagonista, Annie, interpretada por la también guionista del filme Kristen Wiig.
Desde el arranque se nos anuncia que esta actriz no es Jennifer Aniston, Kate Hudson, Jessica Alba o cualquiera de esas mujeres que llevan haciendo la misma comedia romántica desde hace 15 años. Wiig lo está dispuesta a todo, empezando por el pecado capital de no lucir siempre bella-perfecta y producida. Es atractivo ver a una actriz de comedia que está mas preocupada por la efectividad de sus momentos cómicos en pantalla que por su imagen.
Esta es la historia de una mujer, Annie, a la que su mejor amiga de infancia, Lillian (Maya Rudolph), le anuncia que se va a casar y que quiere que ella sea la madrina. Helen (Rose Byrne), una nueva amiga de Lillian usurpa la relación y en su afán de ser madrina, provoca que Annie cometa todos los errores posibles y haga de todo el pre-evento una pesadilla.
Lo interesante es ver como Bridesmaids se apropió de los códigos establecidos por las grandes comedias americanas que han hecho billete en la pasada década y los comunicó, a través de un punto de vista femenino, a la perfección, corriéndose riesgos emocionales y de estilo que no se corren la mayoría de la basura “cómica” que produce la maquinaria hollywoodense.
Aquí se toca el tema de las dos amigas de infancia que ven amenazada su cercanía por un evento (en Superbad era la universidad, en esta es una boda); se introduce a la clase alta como un agente destructor en la amistad, al punto de provocar una ruptura en la misma, días antes de la boda (igualito que en Wedding Crashers); los personajes secundarios del guión son un grupo de individuos con características particulares, arquetipas en este caso (las damas de honor son la contra-parte femenina del “ensemble” en Old School o The Hangover); se utiliza la estructura del protagonista que en su intento de hacer bien lo echa todo a perder (como en cualquier colaboración de Will Ferrell y Adam McKay); PERO, todo viene desde la perspectiva de una mujer con una sensibilidad específica que no permitió que el pastiche se convirtiera en karaoke. Lo sólido en esta propuesta es su balance.
Inclusive la parte romántica de la película se maneja con expertise y economía. Contadas hay como seis o siete escenas en las que se documenta la relación de Annie con Rhodes (Chris O’Dowd) desde su principio hasta su desenlace obligado, sin pretensión de que este romance es el más importante y hermoso de todos los tiempos. La falta de anticipación por saber lo que pasa con ellos dos es perfecta y hace del desarrollo de la relación uno mas efectivo. En la última escena que comparten ambos, escuché un “awww, que lindo” de una nena en la sala, so…funcionó.
Y esta comedia si tiene su Apatow touch. Aquí no hay escenas que crucen la raya a lo inverosímil, y ese es el delicado detalle con el que siempre cuentan sus producciones. A diferencia de las comedias que hacen Ferrell (Anchorman, Talladega Nights, The Other Guys) y Todd Phillips (Old School, The Hangover, Due Date), Apatow siempre se atreve a ser honesto, no le tiene miedo a que sus personajes sean sensibles y permite que en sus historias domine el realismo…su fuerte no es la farsa. Él tampoco hace cine de comedia facilona, para imbéciles, como el que hace Adam Sandler o Ben Stiller. Su receta es ser gracioso dentro de una estructura con personajes de carne y hueso, y Bridesmaids lleva esta marca.
A mitad de filme pensé en las posibilidades que tiene esta propuesta de convertirse en la primera en hacer el “crossover”, en ser una “película fresita, con un elenco de mujeres…para hombres” y en llegar a la codiciada crítica de “está cabrona papi, está cabrona”. Y todo parecía ir bien, los hombres en la sala disfrutaban de los chistes hasta que llegó la parte climática de la película en donde dos personajes dicen que “se quieren” y que “todo va a estar bien”. Ese fue el momento en el que escuché, en la fila de atrás por mi oído izquierdo a un caquito que dijo: “Quisiera darle pa’ a’lante a esta parte puñeta”. Y todas las posibilidades volvieron a la normalidad…las películas de mujeres son para mujeres y las de hombres para todo el mundo.
Pero, fue en ese mismo momento en el que me percaté de que algo inusual ocurría en mí y que Kristen Wiig, probablemente la mujer menos “atractiva” en cualquier afiche de cualquier peliculita de mierda que haya salido este año, había interpretado uno de los personajes más sexys en la historia del cine americano de comedia.
Pues, es la primera vez en mucho tiempo que en una comedia veo a una mujer protagonista en pantalla que no trata demasiado fuerte, que no pide a gritos que te masturbes con su presentación.
Esta Annie, igual que la Annie que interpretó Diane Keaton en el 1977, es una mujer fallida y rara (quirky)…atributos que ya no se encuentran respresentados en celuloide. ¡Bravo!
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